Es posible que hayas crecido con un estilo de padre cuya función principal era llevar a su familia los recursos necesarios para vivir, aunque eso implicara una escasa convivencia con su familia; el papá que demostraba ser “fuerte” cuando no expresaba sus emociones ni permitía que sus hijos lo hicieran, proyectando esa imagen del hombre que casi no miraba a sus hijos, ni los conocía profundamente, pero les exigía mucho y los escuchaba poco. Sin duda, los padres así cumplieron con una parte importante de lo que en algún momento la sociedad exigió; y quizá, esa serie de situaciones que se vivían contribuyó para darnos cuenta que se precisa de padres diferentes. Ahora sabemos que la participación de los padres es primordial para nuestros niños, quienes necesitan de su papá en muchos otros aspectos más allá de lo material.

“La presencia cálida de un papá participativo en la crianza de sus hijos e hijas desde las primeras etapas, pronto se reflejará en bebés y niños más felices y saludables.”
UNICEF, 2011

Cambiar la manera de vivir la paternidad, no es sencillo, existen ideas muy arraigadas que pueden alejar al padre del cuidado de sus hijos. Por ejemplo en algún tiempo se pensó que los hombres carecían de la capacidad “natural” que las mujeres tienen para cuidar a sus hijos, se decía que ese instinto materno las guiaba en la crianza y que por lo tanto eran las más indicadas para estar a cargo de los hijos y mostrarles cariño; sin embargo, tanto las mujeres como los hombres tienen  capacidades para brindar cuidados al bebé. La pareja tiene una responsabilidad compartida ante sus hijos,  ambos tendrán dudas y juntos necesitarán aprender a ser padres.

Hoy en día, ser padre se ha transformado en una elección de vida que va mucho más allá de la posibilidad biológica de reproducirse o la responsabilidad de cubrir únicamente las necesidades económicas de una familia. Las parejas tienen el desafío de construir una paternidad mucho más activa y equitativa que en el pasado, dejando de lado todas las ideas que impiden dar paso a la experiencia de una paternidad sin prejuicios, la cual, permita que los hombres disfruten de sus hijos en total libertad y se involucren en cada una de sus etapas de desarrollo.

Para convertirte en un padre cercano a tus hijos, un buen comienzo será acompañar a tu bebé en su desarrollo prenatal, él puede escucharte e identificar tu voz desde antes de nacer. También son importantes los cuidados y la contención emocional que proporciones a tu pareja; la confianza, tranquilidad y seguridad que tu presencia puede brindar a la madre, es también una sensación que se transmitirá a tu hijo. Posteriormente, cuando el bebé nazca necesitará que tú (su padre) lo arrulles, le hables, lo cuides, le muestres cariño, aceptación y calidez. Es fundamental que reconozcas tus propias emociones para que seas capaz de expresarlas entregando amor y ternura a tus hijos.

De este modo, debemos estar conscientes de que la participación del papá en cada uno de los aspectos de la crianza de los niños es fundamental para el desarrollo físico, psicológico y social de las nuevas generaciones.

A través de una relación cercana y amorosa con tu hijo le transmites la protección y seguridad que necesita para desarrollarse plenamente, tu apoyo incondicional puede contribuir a la construcción de su autoestima. Tu ejemplo es fundamental en la formación de valores, actitudes y conductas que lo guiarán en su vida.

Si quieres hacerle frente al reto de la paternidad participativa y significativa, aquí te damos algunas recomendaciones.

¿Qué necesitas?

Ser generoso con tu tiempo y dedicar momentos especiales para cultivar la relación y que sea fácil para tu hijo vincularse a ti.

Manos a la obra

Involúcrate en su cuidado

Satisface sus necesidades básicas con amor: alimentación, higiene, salud, sueño y afecto.

Sé sensible a sus necesidades

Mantente atento a su forma de expresarse. Poco a poco irás comprendiendo su lenguaje corporal, llanto, sonrisas y gestos; así serás capaz de identificar lo que le gusta o le disgusta.

Demuéstrale  tu afecto

Arrúllalo, míralo, escúchalo, acarícialo, sé respetuoso y usa tus palabras para decirle lo que sientes.

Impúlsalo a explorar el mundo

Acompáñalo en su proceso para adquirir nuevas habilidades y destrezas. Tu compañía le brindará seguridad e incluso mayor confianza para aventurase a nuevos retos.

Crea momentos especiales de convivencia.

Juega con él, ve a pasear a lugares donde pueda estar en contacto con la naturaleza; enséñale a cuidar de los seres vivos y de sí mismo.
Acompáñalo cuando coma, evitando mirar la televisión o estar ocupado con el celular.

 

Fuente: educacioninicial.mx